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Deducciones olvidadas por fotógrafos, diseñadores y otros creativos autónomos.

Actualizado: 2 dic


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Cuando hablamos de impuestos, la mayoría de fotógrafos, diseñadores, marketers, copywriters e ilustradores suele pensar que lo tiene todo controlado: las facturas emitidas, los gastos más evidentes, los modelos trimestrales… Sin embargo, cada año, al revisar la situación fiscal antes del cierre, aparecen gastos que podrían haberse deducido perfectamente y que no se han aplicado por desconocimiento, por prudencia o simplemente porque nadie explicó cómo hacerlo bien.

En el sector creativo, esto ocurre incluso más. El trabajo implica herramientas técnicas, desplazamientos, software especializado y una mezcla constante entre vida personal y profesional. Todo esto genera dudas. ¿Puedo deducir esta cámara? ¿Y el portátil? ¿Y el tren a Madrid para un evento? ¿Y el Adobe? ¿Y el alquiler si trabajo desde casa?

Pues bien: casi todo lo que forma parte real de tu actividad es deducible si se justifica correctamente.

Uno de los errores más habituales es no deducir el equipo informático y creativo como corresponde. Cámaras, objetivos, iluminación, tarjetas SD, discos duros, pantallas, tablets o incluso la silla ergonómica con la que pasas horas editando son gastos plenamente vinculados con tu actividad.

Lo importante no es el tipo de producto, sino que la factura esté emitida a tu nombre como autónomo y que realmente lo utilices para trabajar. Muchas veces se compra “como particular” por comodidad, y ese simple detalle ya invalida la deducción.

Algo parecido ocurre con el software. Programas como Adobe Creative Cloud, Canva Pro, Capture One, Final Cut, bancos de imágenes, suscripciones a IA o herramientas de diseño, vídeo o productividad son deducibles al 100%. En 2026 Hacienda continuará exigiendo que el gasto esté correctamente justificado y vinculado con la actividad, pero no hay ninguna limitación especial para este tipo de herramientas. De hecho, en el sector creativo, suele ser uno de los bloques de gasto que más se deja olvidado.

Otro punto clave, especialmente de cara al cierre de 2025, es la deducción por trabajar desde casa. Muchos creativos trabajan en un estudio montado en su propia vivienda: un espacio concreto dedicado a editar, diseñar o gestionar clientes. Ese porcentaje de metros cuadrados respecto al total de la vivienda es el que puede aplicarse a gastos como alquiler o hipoteca, suministros, internet o amortización del inmueble en caso de propiedad. A veces, incluso se fortalecen las posibilidades de deducción si se utilizan áreas de la vivienda para sesiones o reuniones. No es una deducción total, pero sí una contribución significativa al ahorro fiscal anual.

Los viajes profesionales son otro terreno en el que se pierde dinero por no deducir lo que corresponde. Cuando un fotógrafo hace un shooting fuera de su ciudad, o un diseñador asiste a un evento, o un marketer viaja para reunirse con un cliente, pueden deducirse los billetes, los peajes, el parking e incluso el alojamiento, siempre que el pago esté correctamente justificado y se pueda explicar el motivo profesional del desplazamiento. Las dietas también se pueden deducir dentro de los límites marcados por la AEAT, pero deben pagarse con tarjeta para que Hacienda las considere válidas.

Los pequeños gastos —cables, baterías, trípodes pequeños, material de oficina, limpieza de equipo, suscripciones menores, plantillas, mockups o elementos de atrezzo puntuales— también son deducibles. Suelen pasar desapercibidos, pero en conjunto suman mucho a final de año.

A esto se suma la subcontratación, algo muy habitual entre creativos: contratar a un videógrafo para un proyecto, delegar la edición de fotos, pedir a un copy que redacte un texto o buscar a un diseñador para renovar la imagen de marca. Todas estas facturas son deducibles al 100% porque forman parte directa del desarrollo del trabajo.

Y no hay que olvidar la formación: cursos de Domestika, talleres, congresos, formación en IA o en nuevas técnicas creativas. Mientras la formación esté vinculada con la actividad, es perfectamente deducible.

Mirando hacia 2026, también es importante tener en cuenta las ayudas y subvenciones que suelen renovarse anualmente: digitalización, inversión en material, ayudas para nuevos autónomos, o programas autonómicos específicos para profesionales creativos. Aunque las convocatorias exactas dependen de cada comunidad, suelen coincidir en un punto: exigen demostrar que la actividad está bien definida fiscalmente y que los gastos están correctamente justificados. Por eso conviene tenerlo todo ordenado antes del cierre de 2025.

La realidad es que la mayoría de creativos autónomos dejan sin aplicar entre un 20% y un 40% de los gastos que podrían deducir. Y no porque no sean legales, sino porque no saben cómo documentarlos, o piensan que Hacienda los va a rechazar. Conocer bien estas deducciones es la diferencia entre pagar lo justo o pagar de más.

 
 
 

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